La muerte de Antonio, nuestro cocinero, nos ha dejado hoy con la sangre helada, con las lágrimas contenidas, con la cabeza sumida, toda la mañana, en un loco carrusel que nos ha golpeado con silencios, recuerdos e incredulidades.
Para él nuestro cariño, al igual que para toda su familia.
Los compañeros y compañeras, los que en este Centro alguna vez te han tratado sentimos, en lo más profundo tu súbita pérdida. Cada uno lo expresa de una forma: con silencios, con palabras de elogio a sus alumnos, con miradas enrojecidas, con miradas perdidas..., pero en definitiva con tristeza, con muchísima tristeza, al igual que en julio lo hicimos con Maite, nuestra compañera y ejemplo. Alguien que fue capaz de ser maestra -con mayúsculas- hasta en su muerte.Convirtió el tránsito por ese calvario inmerecido de los últimos años en su última gran lección magistral.
Para vosotros la paz y el descanso en el regazo del Ser Supremo.
Para ti,Antonio, aquí o allí, donde estés:
Para vosotros la paz y el descanso en el regazo del Ser Supremo.
Para ti,Antonio, aquí o allí, donde estés:
Con la muerte callada
en la espalda se fue,
con la muerte callada
entre humos y perolas,
sin su fiel guitarra.
Una tenue queja,
una lánguida víspera
con desgana entonada,
a solas con la muerte,
sin presentar batalla,
sin decirnos adiós,
solo por siempre y a solas
con la muerte callada.
Muerte, maldita muerte,
en él ya no eres nada,
tan nada como el tiempo,
tan nada como el vaho
en tarde de otoño,
sólo tus zarpas son,
en él ya no, ¡ya no..!
Antonio, entre fogones,
te vas difuminando
dejando tu silencio
como único heraldo
y tu sonrisa, ¡ay Antonio!,
tu sonrisa como regalo.
Pablo
No hay comentarios:
Publicar un comentario